lunes, 5 de julio de 2010

Día de viaje # 23

Lunes 17 de mayo

En San Francisco de Quito

Con la nostalgia que produce abandonar parajes que por su inusitada belleza y la calidez de sus gentes dejan huella en el espíritu del viajero, muy temprano, cuando el alba anuncia un nuevo día, partí de Otavalo rumbo a Quito donde permanecí varios días.

El paisaje variado dibujo a mi vista, valles, escarpadas montañas y la imponencia de volcanes y nevados. La majestuosidad geográfica desnuda nuestra pequeñez. Quito me recibe rodeada de los volcanes Pichincha, Antizama, Cotopaxi y Cayambe, muy en las alturas, a 2.850msnm, tanto que es la segunda capital administrativa mas alta del mundo –después de La Paz-. El frio cumple el rol depurativo del espíritu y la menor porción de oxigeno abre los sentidos y la mente al embrujo de callejas coloniales, conventos, iglesias, plazoletas y al bien cuidado y conservado centro colonial que hace contraste con la Quito moderna extendida hacia el norte.

Con mi camarita trato de robarle retazos de su identidad, mientras me cuentan que es también la más antigua capital de Suramérica y fue la primera ciudad declarada, junto a Cracovia en Polonia, como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

Una vez mi escaso equipaje dormía en el guardamaletas del terminal, me dirigí a la Universidad Central en troleybus , medio de transporte accionado por energía eléctrica que hace parte del sistema de transporte ecológico Metrobusq construido en 2.004. En la U, fui bien recibió por lo que mi propósito de vender separalibros arrojo buen resultado y mis menguados ingresos mejoró un poco. A las 4pm el cansancio y el hambre, como quiera que ese día el bocado de comida le estaba negando la satisfacción natural a mi estomago, busque alojamiento en un hostal en vista que bomberos estaba en reparación , pero el precio – cinco dólares la noche- y la compañía de árabes de mirada penetrante y apariencia misteriosa me lanzaron a buscar en mi agenda el refugio de un hogar, y efectivamente Alison me contacto con Alex al otro extremo de la ciudad ; allí tuve favorable acogida y reparador descanso.

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